De compras con una brisa existencial

martes, 20 de mayo de 2008


Las hojas comienzan a caer, se siente como se acerca a pasos agigantados el invierno y su aire de nostalgia, ¿nostalgia? Te haz de preguntar, ¿por qué nostalgia? Te cuestionaras.

Es interesante preguntarse a uno mismo tal inquietante pregunta, ya que asumimos con nostalgia la llegada del invierno, de pena y de reflexión, es como si fuese la estación de la reflexión, hasta la llegada de la primavera, esa que nos traería la alegría y el amor, por lo tanto asumimos al invierno como la estación de la razón.

La tranquilidad que deja a su paso tal estación hace que el sujeto se vuelva pensante y reflexivo de su condición y problemática en su diario vivir, creo importante denotar que a mí parecer el sujeto se vuelve critico de su historia y la de la que le a tocado vivir. Es el caos del repensar y a su vez la contradicción de la calma de esa historia fantasmal. Es la vida de mercado la que agota sin dar tregua a su paso silencioso y abismal, es que la vida se detiene por momentos, cuando nos detenemos a recordar, es tal el invierno terrenal.

Es que tal nostalgia en la que esta envuelto el sujeto no es más que la de su propia angustia del no querer pensar, la del no asimilar, el de la enfermedad de no querer afrontar que esta solo en su existencia espectral, es que la historia ha sido ingrata con tales actores secundarios, es el sujeto y el no sujeto, es el hablado y el nunca antes mirado. Es el giro espeluznante del sujeto y su no historia, la violencia y la desigualdad son palabras y acciones que ya no dan más. Es que la izquierda ha escrito una historia confrontándose con la visión e historia contraria, que no queda mal con nadie, como dice tal tema ochentero, en donde una capa gris cubrió nuestra nación dejando al pueblo sin su sol. Es aquel trauma nunca superado, siempre olvidado que hace de el pensar una cárcel del cuestionar, es así como avanza cada invierno de nostalgias encontradas, de recuerdos reprimidos, es que hace la historia de ambas, es así como va quedando en segundo plano esa tan inquietante angustia con la que vive el sujeto. Es que el sujeto esta en crisis, dentro de su historia del no saber que le sucede, ante la imposibilidad de cura, ante la no palabra de su trauma, de su pasado oscuro. Es que dentro de esa laguna especular no existe imagen alguna que recuerde al sujeto quien es, quien sera y del que hara. Es que somos los hijos de una corporación desgarrante. La iglesia, el capital y su mercado material, ¿es qué a dónde vas? Te preguntaras.

Hijos de la dictadura, de una maquinaria religiosa y de un capitalismo corporal que
va destruyendo toda subjetividad, que se escape de la razón primordial, es que ya no se a dónde iremos a parar, mientras algunos creen que hacen la revolución otros esperan que la vida se acabe sin razón. Es que si hay razón para no querer más de todo esto, somos el residuo de la historia; de un cristianismo imperante de manera fantasmal, de un capitalismo desgarrante calacomindo nuestra libertad de pensar y de una sociedad no sexual que reprime al sujeto dejando solo un resto abismal, todo esto sin ni quiera poder actuar.

Que nos queda como sujetos a nuestra visión existencial, si ya no admiramos nada que no sea de consumo de intercambio, si dejamos de lado el observar para solo dedicarnos a comprar, que si no consumo produzco y si no produzco consumos lo que antes producía.

Que recuerdos aquellos en los cuales solo era un niño al que no le importaba cuan desastroso era mi entorno, si no que más importaba cuanto más podía jugar. Nostalgias de un invierno sin igual, recuerdos de un pasado fantasmal, blasfema y garabatos al aire otoñal, son solo el residuo de mi locura y dolencia existencial, que solo por minutos me deja ser libre y repensar en la sociedad en la que vivo y con la que suelo soñar.

Siguen cayendo hojas con ese aire invernal, hace frió y aun quedan cinco minutos que debo esperar, es que espero a una amiga, que a demorado en llegar, ya que quedamos después de clases irnos de compras a un Mall que se acaba de inaugurar….



Christopher Ramírez Matta